¿Es igual la atmósfera emocional de una sesión en su inicio que en el final? ¿Las emociones son tan intensas en el momento más importante de la conversación como cuando el coachee se está por ir? ¿Los rescates verbales que haces difieren según el grado de evolución personal de tu coachee o son iguales para uno que para otro? ¿Realizas el mismo tipo de intervenciones “poderosas” con un cliente que recién empieza su proceso, que con alguien que ya lleva varios encuentros?
Pues así sucede más a menudo de lo que te imaginas. Tener distinciones sobre ritmo de y orden de intervenciones contribuye con el éxito o el fracaso del proceso con tu cliente. No podemos hacer las mismas preguntas sin tener en cuenta qué tipo de perfil de personalidad tiene nuestro coachee; tampoco podemos hacerlas sin tener en cuenta en qué etapa del proceso está. Las preguntas poderosas se las podemos hacer a alguien que tiene capacidad para sostenerlas; de lo contrario estamos movilizando su interioridad sin la suficiente responsabilidad, apoyándonos más en el ego del Coach (¡“Qué preguntas buenas que hago!) que en el efecto en la persona. Elegir cuándo hacer preguntas poderosas forma parte de una estrategia que como coaches debemos tener. A veces son preguntas para mover estructuras, a veces son preguntas para reforzar la poca estructura que hay en el cliente. No toda la gente que acude a coaching está parada en sí misma con igual solidez y grado de trabajo sobre sí.
Dentro de esta serie de artículos, en este tercero veremos la estructura interna y los diferentes momentos que hay una sesión de Life o Executive Coaching. Más allá de la técnica, escuela o abordaje que cada se aplican, con los años de práctica fui descubriendo, sistematizando y aplicando cierto orden en sesión. Facilita que vayan sucediendo en el momento adecuado diferentes acciones e intervenciones por parte del Coach. No podemos hacer las mismas preguntas al principio, en el medio o al final de una sesión. Las emociones en el coachee son diferentes; por lo tanto, el impacto y su efecto de sentido también. En estos años me fui encontrando con coaches que no tenían muy claro qué tipo de preguntas hacer según el momento. El objetivo debe ser que nuestro cliente, no sólo disuelva el quiebre sino que se vaya de la sesión más o menos armado y no un ramillete de emociones abiertas.
Sabemos que las dinámicas-así como las conversaciones-movilizan emociones y que están más conectadas con el cerebro límbico, la amígdala. Cuando hacemos rescates verbales se compromete más la parte racional; el cerebro cognitivo, el neocórtex. Cuando está en primer plano, las emociones pasan a un segundo plano. Como si fuera una danza donde uno toma la delantera, pero no los dos al mismo tiempo.
La mayoría de las veces nuestro cliente comienza desde el cerebro racional. Es prudente que procuremos terminar también ahí, para “cerrar” y que no se vaya con las agitaciones a flor de piel. ¿Para qué momento dejamos entonces el predominio de trabajar, correr, mover lo emocional? Para todo lo que es el desarrollo de la sesión propiamente dicho.
Establezco 10 pasos/momentos que conducen a un proceso de Coaching vital y sólido:
- Crear alianza y piso de confianza. Escucha
- Elaborar una hipótesis de articulación del quiebre.
- Mapear actitudes, emociones, movimientos y conversaciones.
- Elegir que disciplina conviene según coachee.
- PRIMERA PASADA: Elegir una dinámica A para realizar
- Rescate verbal
- SEGUNDA PASADA: Elegir dinámica B a realizar en función del cambio de observador generado
- Rescate verbal
- Extrapolar a la vida cotidiana
- Cierre desde lo verbal y cognitivo
Estos 10 momentos procuran un orden que, atendiendo por supuesto a las especificidades de cada cliente y situación, generan un sendero fluido. Ir de lo simple a lo complejo para volver a lo simple. Ir del lenguaje racional, concreto para ir al metafórico y luego volver para cerrar en el racional. Despliega y facilita cambios de observador en la sesión, axioma nº 1 del Coaching Ontológico, que permiten ser ensayados en ese mismo espacio. Cada rescate tiene especificidades que exceden este artículo, éstos se trabajan en los seminarios de articulación del quiebre. No es lo mismo un rescate verbal exploratorio, que uno que busca generar conexiones entre las diferentes experiencias.
Este orden en la sesión habilita a que el coachee pueda finalizar el encuentro de una manera a la que llamo “irse con los botones abrochados”, es decir armado. Una vez un maestro me dijo que es muy fácil soltar el hilo del barrilete, pero luego hay que saber traerlo de vuelta. Lo mismo aplica para las sesiones, puede ser sencillo crear un clima de profunda movilización emocional individual o grupal; pero así como abrimos, debemos ser responsables de cerrar. Los últimos quince minutos de una sesión son para eso. No es aconsejable hacer dinámicas con fórceps con tal de hacer todo lo que uno tenía planeado. Requiere también tener en cuenta si nuestro cliente todavía tiene lugar en su psiquis, o ya está “lleno de darse cuenta”. Cierto aturdimiento, ciertas microexpresiones y comunicación no verbal definen cuando ya hemos preguntado suficiente.
Los 10 pasos que menciono tiene cada uno distinciones específicas, aprendizajes determinados, para comprenderlos cabalmente. En esta nota me interesa que como Coach conozcas formas exitosas de llevar la sesión y el proceso de Coaching adelante.
Buen viaje Coach!
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